jueves, 10 de septiembre de 2009

La traición y las espadas

Álvaro José Díaz

Es irrelevante buscar en los anales históricos de la Masonería el argumento que aquí expondré. De hecho, no está registrado; ni en los archivos añosos de la Gran Logia de Ucrania ni en ninguna otra Gran Potencia de la Orden. Sabemos que en lo humano no cabe la perfección. No obstante, la traición es un acto abominable.

La presente nota no tiene pretensiones docentes ni didácticas; solo quiere relievar que ante los hechos aborrecibles de la traición y el traidor es de un enorme significado Masónico enarbolar y blandir la espada como un ejercicio legitimo del deber que tiene todo Masón de combatirlos de una manera activa y constante.

En La traición y las espadas, libro en ciernes de Marcel Albarda, cuyo argumento me relató en una larga tertulia literaria, el tema de la traición aparece como una suerte de albacea perverso de la ambición.

Shakespeare, como un espejo, multiplicó la traición en muchas de sus célebres tragedias; una de ellas, Julio César, quien cae muerto con las últimas puñaladas de su hijo adoptivo Marco Bruto, me declaraba aquella noche de tertulia el supracitado Marcel Albarda. En efecto, prosiguió mi contertulio, que la traición o la felonía es un acto de lo más aborrecibles; no obstante, en ciertas sociedades protervas es aceptado y celebrado con triple batería y redoble prolongado, de cuando en cuando exornado con un susurro diciendo: “pasemos la llana”.

No es el caso del argumento de La traición y las espadas; el personaje central F…es ejemplarmente castigado por los hermanos de Logia. El libro comienza con una llamativa anécdota alusiva a Napoleón Bonaparte.

Cuando Napoleón, escapado de la isla de Elba, volvió a Francia, camino de… Waterloo, el mariscal Soult, a quien el Emperador había hecho Duque de Dalmacia ocho años antes, desempeñaba la cartera de Guerra bajo el reinado de Luís XVIII.

Al conocerse aquel audaz desembarco de Nápoles, Soult dirigió al ejército una proclama en la que, entre otras cosas, decía: Bonaparte nos hace una injuria creyendo que podemos abandonar a un soberano legítimo uy amado para participar de la suerte de un aventurero. ¡Y el insensato lo cree! ¡Su último acto de locura lo da a conocer así!

Antes de un mes de publicada esa proclama, Soult se presentó al insensato aquél, que lo hizo entonces par de Francia y le confió el mando de sus tropas.

Soult, que tomó parte importante en la batalla de Waterloo, volvió a contemporizar con Luís XVIII, fue ministro y jefe de Gobierno bajo Luís Felipe y murió cargado de honores… (Diccionario Ilustrado de Anécdotas, VICENTE VEGA, ed. Gustavo Gili S.A. Tercera Edición, pág. 811)-
Sin embargo, la suerte de F… en el relato La traición y las espadas, como ya lo habíamos declarado, es muy diferente a la del felón Soult. F…pulsa el templo de Salomón; generosamente unos caballeros de honor le confieren la entrada; de hecho, F…cuenta con la fronda generosa de un padrinazgo que le avala su ingreso; pero antes ha estado en la tenebrosa cripta de las reflexiones; ha leído la transparente franqueza de las amonestaciones inscriptas en las paredes luctuosas, (¿las asimila?); practica los viajes misteriosos; se le hace sentar en una peñasco y se le exhorta a que reflexione acerca de lo que ha sentido aquella noche, la noche de su iniciación; luego, a F…se le educa en los pasos secretos y el signo; también se le juramenta; el Primo inter pares le confía la palabra sagrada y le pide absoluto sigilo…
Al cabo de un tiempo, F… fue ascendiendo la escala jerárquica de la Orden. Pero, cegado por una ambición inmensurable no tuvo reparos en la prudencia ni en el sigilo; en tal caso, usurpó funciones de la Vigilancia logial, aquella que gobierna y educa a los discípulos que se sientan al norte del Templo; con este cometido artero, en compañía de más de media docena de pseudo fraternos, fragua la traición y la ejecuta.

De hecho, el señor F… con aquellas actuaciones felonas ponía de relieve un plan alevoso contra los hermanos que le dieron la luz y los grados; olvidó el significado de aquella noche, la noche de su iniciación; el pulpo viscoso de la codicia lo atrapó y lo condujo por los oscuros caminos del griterío, la jarana, las hipócritas adulaciones.
En la noche de su iniciación, la noche en que F…tuvo que haber visto las espadas apuntándole, tal vez creyó que nunca se le volverían en su contra. El pasado… de setiembre de 178…F…fue sentenciado al olvido eterno.

De este modo finaliza el argumento de La traición y las espadas. La aborrecible deslealtad de F…es un ejemplo más del ser humano que cae subyugado por las cadenas de la ambición. ¿Pensó, acaso, que por semejante acto no sería castigado? Tal vez en una sociedad perversa y tendenciosa a la continúa práctica de la connivencia, F…sería absuelto y con honores.
Sin embargo, a los sentidos de las párvulas generaciones, presentes y futuras dentro de la Orden, la actuación de F… es un ejemplo que señala la idea de fomentar la educación Masónica poniendo en claro la naturaleza del Rito que se practica, es decir: su género, su composición jerárquica, su historia. De este modo, estaríamos transitando un camino más claro y seguro, libre de especulaciones personales y de esos “encantadores de serpientes” con mandil.